Tener hijos es un comportamiento raro en las personas, ya que muy pocas personas piensan en el verdadero hecho. Traer un hijo al mundo es mucho más que eso: es traer un nuevo ser, es hacer de intermediario para que una persona tome un lugar y viva en este mundo. Cuando una pareja decide: -Bien, tengamos un hijo- ¿pensará en que el niño crecerá y será adolescente y adulto algún día? El camino se hace al andar... pero ¿piensan si están dispuestos a andar? ¿Serán consientes de que ese ser puede nacer con algún tipo de enfermedad? No se trata de pesimismo, sino de pensar si uno está dispuesto a realizar ciertos sacrificios.
Cuando las parejas de 35 años de edad, con hijos, se acercan a las más jóvenes y aconsejan que no tengan hijos para no perder su libertad: ¿No suena ridículo? ¿Acaso no sabían que criar seres humanos se trata de brindarles todo de sí? Yo creo que si una persona siente que deja de ser libre por ser padre, lo que realmente nos está transmitiendo, es que esa concepción no fue un acto de pura conciencia.
Quien disfruta de renunciar a sí para ser entregarse al niño, es el verdadero padre o la verdadera madre. Así lo considero, pero la realidad es que no hay una renuncia, sino un momento de culminación y comienzo. La actitud más sana no es totalmente una renuncia, sino una aceptación. Es la aceptación de la culminación de un modo de vivir y el nacimiento de otro. Nace el vivir para crecer ayudando a crecer. Se renuncia a lo viejo porque se acepta lo nuevo. Esto es importante.
No juzgue, reflexione...
Ayer es un recuerdo del pasado. Ahora soy esto, por ello hoy opino así. Quién sabe quién seré mañana y que pensaré entonces...
Esta nota la encontré en http://reflexion.idoneos.com/
Su autor es Adrián Maria Blanco
ESPERO COMENTARIOS...
No hay comentarios:
Publicar un comentario